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dimarts, de gener 17, 2006

identificador de llamadas en clave olfativa

¿A qué huele Doraemon?
[What does Doraemon smell like?]
El generador de aromas de la empresa japonesa Pixen acoplable a un teléfono móvil permite crear un identificador de llamadas en clave olfativa. Los teléfonos móviles del mercado japonés ya pueden equiparse con este dispositivo, para que sus usuarios reconozcan por el olor quién les está llamando. Es un paso más en la personalización de los identificadores de llamadas: asociar olores desagradables a números fastidiosos o aromas domésticos a las llamadas del hogar. E igualmente puede hacerse con los correos electrónicos entrantes. Todo, gracias a un microgenerador de aromas estimulado electrónicamente. Por el momento, el desfase temporal entre la entrada de la llamada o el correo y la liberación aromática es de cinco segundos que, no hay duda, tenderán a reducirse en un futuro inmediato. Nos quedamos con una de las aseveraciones que hace en su web la empresa que ha ideado este avance: «fragancias y sonidos son informaciones análogas a la hora de trabajar con ellas, pueden ser digitalizadas para su transmisión, y ser recreadas en el sistema receptor». No obstante, apuntan, el problema con los olores y el olfato es, de nuevo, la falta de un código básico, como el que conocemos en el caso de los colores y la visión y, por lo tanto, se precisa una enorme cantidad de elementos para regenerar un determinado aroma. Resulta oportuno recordar que la transmisión de aromas por internet es un objetivo, hasta ahora inalcanzable, que acabó con empresas como Digiscent y que se ha estancado en manos de grandes compañías como France Telecom.
Sin embargo, en Pixen, a pesar del éxito, no parecen dispuestos a ir más allá del marketing. Su web muestra, en mensajes de corte promocional, que el sistema se ha comercializado con el nombre de Ketai Kun Kun (ketai es el término japonés para designar los teléfonos móviles, y kun kun significa oler, además de ser el nombre del niño protagonista de un cómic nipón). Han lanzado como primeros productos las versiones Hello Kitty, Disney y Doraemon, otorgando a ciertos personajes de animación dirigidos al público infantil una determinada fragancia o combinación de ellas (no olvidemos que la cuota de productos de animación en la actual cultura japonesa es más que considerable). Todo ello, en un envoltorio con apariencia trasdecendente. En efecto, Pixen parece querer atribuirse, tras logotipos de motivo científico y tecnológico, la insignia de la investigación, a pesar de la sensación de trivialidad que queda tras navegar por su portal.
Es cierto que los sentidos venden y resulta no sólo lícito sino estimulante que las compañías tecnológicas apuesten por la transmisión de percepciones sensoriales por la red más allá del mundo audiovisual, y que concreten productos en esa línea. Pero el simple desarrollo de aplicaciones de efecto inmediato en el mercado sin una cimentación en investigación básica capaz de plantear una teoría general del proceso conducirá a corto plazo, como tantas veces, a un callejón sin salida. Es necesario no confundir la inversión en investigación con la inversión en producto, para evitar la construcción de una tecnología sensorial «sin sentido», incapaz de transportar otra información que la de haberse ganado el liderazgo de ventas en el tramo de preadolescentes.